Las hay calculadoras, calmadas, temerosas, rigurosas y tal vez tímidas; las hay hiperactivas, impulsivas, mochileras, guerreras, extrovertidas: todas las personas que viajan tienen razones para preferir uno u otro destino. Aquí van algunas de las mías:
– Sin visa de turista
Una razón casi exclusiva de colombianos pero pesa a la hora de escoger. En algunas embajadas dan la cita al mes de haberla pedido. Y durante esos días previos, debes reunir todo lo que sustente que NO te vas a quedar. Luego, asistes a la cita, pagas una buena suma de dinero -las visas nunca son baratas- y esperas a que te devuelvan el pasaporte con la anhelada pegatina.
Si ya has tenido otras visas – y has cumplido los plazos -, la renovación no es un problema. Además, desde que tengas sustento económico, no te la van a negar, menos en momentos de crisis (lo que quieren es ‘plata’). Pero el proceso corta toda espontaneidad.
– Pasajes / vida barata
Si ves una promoción de pasajes a otro país por menos de 200 dólares y la comparas con otra que sale por el doble, ¿cuál destino te sonaría más atractivo?
O los pasajes no son baratos pero la comida, el alojamiento y los sitios turísticos sí, o el cambio de moneda te favorece. Si la idea es sólo desconectarse, el precio, por supuesto, influye.
– Reencuentros
Tal vez ya has ido mil veces o a lo mejor hay otros destinos que son más atractivos para hacer turismo. Pero la gracia de viajar no está sólo en los sitios sino también en las personas, sus costumbres, lo que han vivido, lo que piensan y sienten. Alguien a quien valga la pena volver a ver, siempre será una razón para escapar.
– El sueño de tu vida
Has visto ese lugar en las películas, has soñado con él varias veces y piensas que tienes que conocerlo antes de morirte. Pero… ¿cuándo será ese cuándo? ¡Hora de decidirse y tomar esa foto!
– Todos han ido menos tú
De niña, se lo negué a mis padres hasta el cansancio cuando me preguntaban “y si tus amigos se tiran de un quinto piso, tú también???”. Aún lo sigo negando porque no siempre aplica, pero no hay nada peor que asistir a una conversación a la que no puedes aportar nada.
Tus amigos han visitado un sitio, del que hablan maravillas y lo repiten una y otra vez y otra y otra… Y tú no sabes de qué va… ¡La curiosidad también ayuda a lanzarse!
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