Por el fiasco de mi primera Fiesta de la Cerveza de Alemania, quise dejarte estos consejos para el Oktoberfest. Allí quedé, literalmente, «vestida y alborotada». Por eso… ¡No cometas los mismos errores!
Pero antes de empezar, te cuento un poco de contexto sobre la que es, tal vez, la fiesta autóctona más importante del año en Alemania.
¿Qué es el Oktoberfest?
Es la Fiesta de la Cerveza más importante del mundo, como ya imaginarás. Surgió en el siglo XIX en el seno de la familia real de Baviera (es en serio) y, como el «rumbononón» fue todo un «hit», perduró a lo largo del tiempo.
Eso, en versión resumida, pero dejo aquí más información de la Historia del Oktoberfest, por si te interesa.
¿Cuándo y dónde es el Oktoberfest?
Se celebra en la segunda mitad de septiembre y la primera de octubre. Importante tenerlo en cuenta porque, como ves, su nombre no es totalmente acertado.
La duración de la Fiesta de la Cerveza es de entre 16 y 18 días, así que tendrás suficiente tiempo para disfrutar semejante ambiente.
El festival original se celebra en Munich, sur de Alemania, aunque yo fui a otro en una ciudad más pequeña, por cercanía: Stuttgart, cerca a la frontera con Francia.
No corras riesgos cuando vayas a Alemania, y compra tu seguro de viajes con este buscador. ¡Confiable y con los mejores precios del mercado!
Mi experiencia en el Oktoberfest de Stuttgart
Estuve esperando el Oktoberfest desde que tuve mi primer contacto con una fiesta de la cerveza (pequeña) en Alemania, que no es la más conocida en el extranjero.
Primer acercamiento: el Frühlingsfest
Se llamaba Frühlingsfest, que significa «fiesta de primavera», y que suele realizarse entre abril y mayo. Funciona prácticamente igual que el Oktoberfest: mismos vestidos, mismas canciones, mismo ambiente. Mejor dicho, como un mini-Oktoberfest.
Desde aquel momento hasta finales de septiembre, que sería el verdadero Festival de la Cerveza, no dejé de pensar en el vestido, las canciones, los vasos gigantes y, sobre todo, el ambiente mágico de las carpas.
Hasta me aprendí las canciones en alemán, a pesar de mis míseros conocimientos en la lengua. «Heute ist so ein schöner Tag» («hoy es un día hermoso»), era un solo ejemplo del embrujo de ese momento.
¿Cómo llegar al Oktoberfest de Stuttgart?
El día, al fin, llegó. Entonces, la travesía empezó en Estrasburgo, Francia, justo en la frontera con Alemania. Vivía allí porque estaba haciendo la práctica de un máster que había estudiado en Relaciones Internacionales en la Universidad de Toulouse 1.
Fui con mi combo de nuevos amigos a la estación de tren de Estrasburgo. Para llegar a Stuttgart, compramos el billete colectivo Baden-Wuttenberg, que era el más barato porque repartíamos el gasto.
El trayecto duraba el doble que el de un tren normal porque había que hacer por lo menos tres cambios para llegar a Stuttgart. A medida que nos acercábamos, abundaban cada vez más los trajes típicos bávaros (Dirndl para las mujeres y Lederhosen para los hombres).
Yo también me sentía parte de la fiesta, porque había conseguido un vestido de tirolesa barato para la ocasión, aunque, por supuesto, no de buena calidad, como los de los locales.
La festividad ya se había tomado el tren. Era el encanto del Oktoberfest que, en Stuttgart, cambia su nombre por Volkfest o fiesta del pueblo.
Comenzó la odisea
Primer trauma: perdimos uno de tantos trenes de cambio. Consecuencia: tomar el de alta velocidad, que vale más de 30 euros por una hora de viaje desde Karlsruhe (a medio camino entre Estrasburgo y Stuttgart), el triple de lo inicial… pero nada importaba, lo urgente era ocupar la mesa.
Una vez en la carpa, ese «golpe» se esfumó. Empezamos a cantar y los tragos iban y venían. Pollo asado con kartoffeln. Fotos por todas partes. Miradas extrañas.
«Soy morena, llevo un Dirndl que, además, es chino… y tampoco hablo alemán», pensé.
Pero la integración era cuestión de segundos. La carpa era una sonrisa sin fin. El alcohol, los trajes típicos, la música y los vidrios chocaban una y otra vez: ¡Nube de éxtasis total!
Felicidad momentánea y engañosa… que se desvanecería fuera de la carpa. Una vez habiéndola traspasado, ya no habría marcha atrás.
Salir de la carpa: «genial» idea
Pude haber seguido la fiesta, de no ser porque un amigo colombiano, quien había ido con el resto de los franceses, me pidió que lo acompañara a tomar el aire, y dar una vuelta fuera de la carpa.
No le vi problema y así hicimos, hasta que regresamos a la fiesta, donde estaban todas nuestras cosas: pasaporte, tarjetas, dinero y teléfono celular.
Los «gorilas» de la entrada
El «gorila» de la puerta no quería dejarnos entrar de nuevo a la carpa. Más de diez veces le explicamos en inglés que nuestros amigos estaban con nuestras cosas, disfrutando dentro. No podíamos llamarlos porque también habíamos dejado los teléfonos allí.
Pero él no sabía inglés o lo disimulaba muy bien. Al final, alguien de nuestra mesa salió a explicarle en alemán lo que había pasado, pero era imposible hacerle cambiar de parecer.
El hombre pensaba que nos queríamos colar, porque había una fila que casi daba la vuelta a la manzana. ¿Por qué? Pues porque en el Oktoberfest hay dos «tandas», la de la tarde y la de la noche. Yo había asistido a la de la tarde con los franceses, pero la nueva fila era para la de la noche.
El tipo nos obligó a hacer la fila de dos horas para entrar al siguiente turno.
El abandono en la fila
Llevábamos una hora haciendo la fila. Adentro, se escuchaba el ritmo que me sabía de memoria y que había practicado mil veces.
Imagínense la escena: me sentía como un perrito hambriento frente a un asadero de pollos.
Mi amigo se fue porque iba a perder su tren, y partió sin su maleta. Seguí sola como una güeva como un hongo, en medio de los disfraces.
Imaginé que todos estaban ya perdidos en el mar de alcohol y que, cuando los sacaran de la carpa (es decir, cuando yo por fin podría entrar), se llevarían mis cosas junto con las suyas.
Imaginé que me dejarían sin nada. Sola, con mi vestido y mi cámara. Y con el vestido roto, porque la tela de calidad china no resistió ni un baile.
Ansiedad, transpiración. Sola, entre la ebriedad del ambiente e intentando cerrar mi falda. Ahí me di cuenta cómo tanta ilusión podía derrumbarse en cuestión de segundos.
Consejos para el Oktoberfest de Alemania
Para concluir, y después de contarte toda mi tragedia en la Fiesta de la Cerveza de Alemania, te dejo con los consejos para el Oktoberfest, con sus respectivos errores, para que no sufras como yo, lol.
Reserva con anticipación tu mesa del Oktoberfest
Cada año, más de 6 millones de visitantes asisten a esta fiesta. Eso, sumado a los alemanes que también van, por supuesto, y quienes tienen su vida planeada con muchos meses de anticipación.
Así que si dejas para el final, probablemente no consigas nada y pierdas el dinero de tus pasajes.
Si decides ir al Oktoberfest de Munich, el original y más importante del país, puedes reservar tus entradas con este enlace (incluye también la comida).
Por ningún motivo te salgas de la carpa
Creo que ya te quedó claro luego de mi historia pero… ni se te ocurra salirte de la carpa porque no te ponen sello ni nada en la mano para mostrar que ya pagaste y estuviste ahí.
Allá pasarás unas cuatro horas y hay baños. Venden comida (siempre pollo asado con papas) y bebida (vasos gigantes de cerveza). Los vasos cuestan más de 10 euros y el plato de comida por lo mismo, aunque revisa los detalles que te dejé en el link que está un poco más arriba (para que veas lo que incluye).
Ajá, este paseo no es barato, no. Pero, en mi opinión, vivirlo una vez en la vida, vale la pena.
Quédate en la ciudad de la fiesta, esa noche
Ya sea que decidas ir al Oktoberfest de Munich o a otras fiestas más pequeñas (como la que yo fui), es mejor que reserves alojamiento en la ciudad. Es decir, ¡no vayas por un solo día como hice yo!
Primero, porque puede que tengas mucho alcohol encima, y no serás totalmente consciente de los trenes, buses o aviones que tengas que tomar para volver a casa. Es decir, hay riesgo de que los pierdas.
Segundo, porque si vas una vez y te súper encanta, tal vez puedas repetir en las más de dos semanas que dura el Oktoberfest.
Consigue más de 40 euros de descuento en alojamiento con Airbnb, si reservas aquí.
Apréndete las canciones antes de ir
Ya verás que todo el mundo se sabe las famosas canciones del Oktoberfest, que te he ido poniendo en el post. Querrás cantar también, pero no podrás, no porque no sepas alemán, sino porque no las revisaste antes.
¡Busca la letra desde antes e intenta pronunciar igual!
¿Te sirvieron de algo estos consejos para el Oktoberfest? ¡Pinéalos!
jajaja ¡Ay mano! Me le pasó de todo.
Para mí que en esos festivales la injesta de alcohol genera hoyos negros en los que se pierden muchas cosas, personas, modales 😀 Otra anécdota para contarle a los nietos y nietas.
Muy chistoso lo de la canción infantil, es muy pegajosa y me la aprendí casi de memoria con los niños de la casa donde trabajé, la ponían cada que ponían en una grabadora que les regaló la mamá. Luego gran sorpresa descubrir que también la ponen en los festivales de cerveza y en las fiestas en general. De todas maneras le falta la experiencia original en Múnich, la próxima 😉
Eso te pasa por calabaza jajajajajaja
Eso te pasa por calabaza jajajajajaja
que pesadilla. Siempre me han caído mal los alemanes, y los conozco bien: he nacido cerca de la frontera entra Italia e Austria.
Jajaja… a mi me caen muy bien pero a veces no es tan conveniente ser tan cuadriculado. Gracias por leerme!!
a menos que no cambió la geografia europea…no me parece que Alemania quede en la frontera entre Italia y Austria!!! 😀 😀 😀
Miércoles que día, pero… ¿recuperarte tus cosas?
Claro, al final de todo, desesperada… por fin salieron mis amigos con mis cosas y me volvió el alma al cuerpo!
[…] Pero un mal cálculo hizo que tanta preparación se fuera al traste porque la felicidad se aguó el mismo día. Después de lo que me pasó, aprendí que también había que quedarse dentro de la carpa hasta el final pero eso… es tema de este otro post. […]