Como si de una religión se tratara, quienes amamos viajar de vez en cuando nos dedicamos a «captar» nuevos adeptos, lo que requiere de una buena dosis de paciencia: si no compran pasajes rápido, se «patrasean» y hacen como si nunca hubieran dicho nada.
Así son las cosas. Aunque creamos que nuestra «prédica» finalmente surtió efecto, no lo sabremos a ciencia cierta hasta que el viaje se concrete. Y ese trecho, después de la respuesta afirmativa hasta que finalmente la persona se suba al avión -o bus, tren, burro, bici…-, es tal vez el más complicado.
Sobre todo en Colombia, donde los eufemismos abundan en la forma de hablar y la «diplomacia» también es pan de cada día. Entonces, aunque algunos se asombren con esta manera «educada» de hablar, los viajeros en plan «captador de adeptos», como yo (y encima santandereanos: de frente y a la cara), nunca logramos identificar si realmente las personas cumplirán su palabra.
Por ejemplo, aquí un «sí» no necesariamente quiere decir sí. Un «ahorita llego», no significa que la persona esté a punto de llegar a la cita (el «ahorita» puede convertirse en horas) y cuando nos referimos a viajes, un «de una, allá estaré», necesita por eso, la confirmación de la confirmación de la confirmación hasta el día en que, finalmente, se dará la partida.
Así que hay que tener paciencia, sí, y prepararse psicológicamente para los reversazos y a sus más fieles practicantes: los “falsetos”, “calsetos” o “Cal-C-Tose”, como diría un amigo… O mejor dicho, la gente que «no cumple ni años».
Y aprender a traducir un «ahí miramos», que en realidad es NO; un «me suena… (seguido de cambio de tema)», que también se inclina hacia el NO aunque menos rotundo; y un «listo, yo te aviso», que significa que la persona nunca más se va a aparecer.
Así que el mejor antídoto para evitar rabietas momentáneas, la mejor vacuna para los “patraseos” o “sacadas de rabo», como decimos aquí (o de culo, ass, como sea), es concretar lo antes posible. Es decir, comprar el pasaje.
Porque ya comprado, hay más probabilidades de que no queden mal: a nadie le gusta perder la «platica» que reservó para el tiquete y que no le devolverán en su totalidad, si cancela.
Entonces, el golpe en el bolsillo se convierte en el mejor aliado de los viajeros-captadores-de-adeptos, porque nos reduce la incertidumbre (aunque no la extingue). Es como un «seguro» para saber si finalmente podremos compartir la felicidad de descubrir nuevos destinos, junto a ese/a neófito/a que necesita un «empujoncito».
[…] de la explosión de alegría tras comprar pasajes (lo que significa que ya no hay vuelta atrás), llega la resaca por el resto de gestiones que […]