La firma de la paz en Colombia significa mucho para los viajeros a quienes históricamente se nos ha vetado conocer las zonas más hermosas de este país.
Se nos ha restringido de movernos libremente y ahora, sólo ahora, algunos empezamos a descubrir todo lo que Colombia tenía para darnos. En las épocas terribles de la guerra (desde que tengo uso de razón, por supuesto, porque esto lleva más de 50 años), si queríamos viajar, debíamos hacerlo por avión.
Y eso, porque hasta los aviones secuestraban, si estábamos tan de malas que algún político viajaba en nuestro vuelo. Así, los destinos terminaban siendo los mismos de siempre. Los mismos de los mismos con los mismos medios de transporte. ¡Ahhh! Y por supuesto, el avión no era para todo el mundo, porque los precios no eran competitivos, como ahora.
La cojta, siempre la cojta
Conclusión: con la familia terminábamos yendo de vacaciones usualmente a Cartagena o a Santa Marta. O por lo menos ese era el típico plan de diciembre: para muchos «cachacos» (del interior) el plan era la cojta, y de pronto, visitar a uno que otro tío en otra ciudad intermedia pero -óigase bien- siempre en centros urbanos.
Es chistoso porque a veces, y por las noticias, muchos extranjeros creen que esto es -o era- bala en cada esquina. En realidad no. Para quienes leen a esta humilde servidora fuera del país, la guerra en Colombia se ha vivido principalmente en las zonas rurales. Los cascos urbanos han quedado relativamente libres de esa violencia -o al menos, comparativamente con el campo-.
Y así era como se vivían los viajes en la niñez. A finales de los 90, los secuestros eran pan de cada día. Ocurrían de día y de noche, masivos e individuales… A cualquiera se lo podían llevar, no sólo a políticos o militares, sino también al que caía en las famosas «pescas milagrosas» (los guerrilleros hacían retenes en las carreteras y se llevaban a los transeúntes, mientras averiguaban si tenían algo de dinero, o un cargo importante).
Igual, seguíamos pensando en Cartagena.
Paz en Colombia y sin más «pescas milagrosas»
Una de esas veces, hacia el 99′, mis papás decidieron que en vez de ir todos ‘embutidos’ con abuelos y perro a bordo en el carro, viajáramos en bus (les parecía más seguro). Son más o menos ocho horas de Bucaramanga -mi tierrita- a Cartagena. Así, decidimos no faltar a la sagrada cita decembrina.
Ya en la madrugada, unos encapuchados nos pararon por una zona «caliente» en aquella época: el municipio de El Carmen de Bolívar. Encañonaron al conductor, mientras entraban a pedir «una colaboración» a la treintena de ocupantes del vehículo.
Pasaron puesto por puesto revisando las maletas para sacar cuanta cosa les faltara «en el monte». Dinero, champú, maquillaje, hasta cepillos de dientes: todo lo echaban en la bolsa, mientras seguían requisando. No pasarían de 16-18 años.
Nosotros no nos salvamos del robo, pero nos quitaron pocas cosas, pese a que mi abuelo cargaba el dinero de todo el viaje. No lo vieron porque el perrito que llevábamos en las piernas los distrajo de la requisa.
«Mami, ¿qué pasa?», preguntaba yo, cuando al abrir los ojos vi a los de las pañoletas. Ella sólo me decía que me callara. Al final, nos dejaron seguir. Pensamos que eran guerrilleros pero no sabíamos si de las FARC o de la segunda guerrilla de Colombia, el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Pero había otras zonas donde, por supuesto, no se podía cometer la imprudencia de pensar en acercarse. Ir a los departamentos de Putumayo, Caquetá, algunos sitios del Meta… era impensable.
La desconocida
Como había tantos sitios vetados para los colombianos, la geografía nacional se convirtió también en una auténtica desconocida (¿o quién se sabe de memoria, sin ‘googlear’, a qué departamento pertenecen Puerto Carreño o Inírida?).
Por eso, los residentes en las ciudades rara vez se enteraban del viacrucis que estaba viviendo la gente en el campo, durante las épocas más fuertes del desplazamiento forzado, justo a finales de los 90. Lo que medio mostraba aquella realidad era que muchas de estas personas llegaban a los semáforos a pedir ‘plata’, pero de ahí a conocer la magnitud de lo que pasaba en aquellas zonas, era otra cosa.
Así que en realidad y a pesar del impacto de más de medio siglo de guerra, no todo el mundo la ha sufrido directamente (y por eso, creo yo, la indiferencia de muchos respecto a la paz en Colombia). Son muchos países dentro de un mismo país, y no necesariamente interactúan unos con otros.
Hasta ahora empieza a caer el telón: destinos antes desconocidos se escuchan cada vez más, como los distintos puntos del Chocó desde donde se observan las ballenas jorobadas, o los ahora famosos Cerros de Mavecure, en el departamento del Guainía -que hizo visibles la película colombiana nominada al Óscar, El abrazo de la serpiente.
Tal vez por ese miedo que quedó de aquellos años, vemos a veces más extranjeros que colombianos en los lugares que ahora sí se pueden visitar… ¡Qué lástima! Y como estamos acostumbrados además a otro tipo de turismo, y no a esas zonas donde aún no ha pasado la mano arrolladora de la «civilización», no sabemos muy bien cómo comportarnos.
Esperemos que ahora, con la firma de la paz en Colombia, se pueda explorar de arriba-abajo, de derecha-izquierda, en diagonales…
Pero a veces pienso con el corazón, porque las FARC no eran el único problema de seguridad del país. Quedan el ELN, otros grupos armados…
Pero es un primer paso.
Me encantó… Simplemente hermoso saber que éste es un primer paso para empezar a viajar por nuestro maravilloso país. <3
Sí… hora de dejar el miedo poquito a poco 🙂
Te lo dije por Facebook pero me parece más acertado decirlo aquí también!
«Me pone muy contento que este barco de negociaciones esté llegando a buen puerto»!!!
Te mando un abrazo enorme y el deseo de buenos rumbos para vos y a través tuyo a todos los colombianxs! Gente hermosa que supo cobijarme por sus rutas con un cariño inigualable!!!
Qué lindo que hayas venido por acá. He visto tus posts sobre Colombia y me emocionan. Se ve que el paso por este país te dejó marca, de una manera muy positiva. Un abrazo también!!
Gracias, muchas gracias porque leer que te emocionaron mis palabras es muy gratificante!
Ojalá que cuando regrese pueda conocerte y a otros travelblogger y por qué no salir de blogtrip por ahí!
Abrazos y que sigan los buenos rumbos!!!
Así será!! 😉
¡Viva Colombia, carajoooo!
Vivaaaaa!!! Salud! jajaja
En verdad que ya era hora, Colombia tiene destinos maravillosos y si, es cierto! muchas veces los extranjeros conocen mejor nuestro país.
Esto me anima sin lugar a dudas a recorrer toditico mi país con tranquilidad y orgullo.
gracias por el blog! estoy iniciando el mío y te agradezco todos los aportes que has echo en el tuyo.
Un Abrazo y buen viaje!!
Siii aunque faltan zonas aún, porque como dije, quedan más grupos… pero esperemos que todo mejore en el corto plazo 😉 Gracias a ti por la visita! Saludos!!
te gusta el buceo¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ a mi me gusta saludos
Nunca he buceado!!!! Jajaja… otra cosa más para apuntarme en la lista de pendientes 😛 pero snorkel sí!
[…] Como ya la conozco porque los viajes de trabajo me han llevado bastante, y era el lugar para vacacionar cuando era niña, esta vez quería descubrir algo nuevo. No relegarme al centro y a la playa, brisa y mar (que, […]