¿Te ha pasado que tomas unas semanas de vacaciones y, al regreso, estás más cansado que antes? ¿O que debes permanecer en un sitio que no cumplió las expectativas, solo porque tienes todo comprado? ¿O que quieres quedarte más pero debes volver en una fecha específica? Al viajar lento no tienes estos problemas.
En mi caso, aprendí la diferencia después de iniciar una aventura por Asia, sola y sin tiquete de regreso. Allí, decidiendo la ruta a medida que iba avanzando, o extendiendo o acortando mi estadía como me placía, noté la diferencia abismal de viajar lento, frente al afán de los días libres (o sea, cuando tienes otras obligaciones que cumplir).
Aún tengo una única preocupación – una, respecto a la infinidad que cargaba en mi «vida pasada»-, que es cómo financiarme cuando se acaben los ahorros… Pero bueno, también he aprendido a dejarme llevar. O como dice el dicho preferido de las mamás en Colombia: «Dios proveerá». O también: «Mija, lo que es pa’ uno es pa’ uno«. El camino irá mostrando qué hacer.
¿Por qué defiendo tanto el viajar lento?
1. Flexibilidad
¿Te gustó demasiado un sitio y sientes que deberías disfrutarlo más? Al viajar lento, lo puedes hacer. ¿Por el camino te contaron de lugares que no tenías en el radar, y que igual valía la pena descubrir? Al viajar lento, ¡nada te impide pisar ese suelo!
¿Quieres compartir más tiempo con nuevos compañeros de viaje? Al viajar lento, puedes adaptar tus itinerarios. Todo se puede hacer al viajar lento, básicamente… ¡todo! Porque comprendes que hacer las cosas depende de tu propia mente.
2. Descubrir a los locales
Por correr a visitar absolutamente todo, nos perdemos de buenos momentos y lugares que no siempre están en sitios turísticos. Aprender de lo local, comer como local, vivir como local también es importante para conocer la cultura.
Ir a la universidad con alguna persona de la ciudad, escuchar cómo es su rutina, entenderla, auto-invitarse a una boda local… aporta mucho más que visitar un monumento famoso para tomarse una selfie, a mi parecer. Y para lograr esa confianza local, necesitas viajar lento (obvio).
3. Descansar del viaje dentro del viaje (¡je!)
Por correr tanto, a veces terminamos cansados de las vacaciones. Claro, porque como hay que verlo todo para aprovechar al máximo (quién sabe en qué momento se pueda regresar), al final terminas sin ánimos de mover un dedo.
Al viajar lento, eres TÚ quien toma las decisiones sobre TU agenda. ¿Por qué no descansar hoy, y pasar haciendo pereza todo el día en la cama? Nadie lo impide. ¿Piscina y mañana seguir visitando? Se puede. ¿Playita, hamaca, comida? Hacer realidad la vida soñada. Conocer y descansar a voluntad… ¡Qué maravilla!
4. Desprenderte de lo que pesa, y conservar lo valioso
Al viajar lento te das cuenta de que en serio se necesita tan poquito para ser feliz!!! Que la vida no es llenarse de cosas y cargar una maleta repleta, que perfectamente se podría reducir a la mitad. También significa desprenderse de los errores del pasado y quedarse únicamente con lo valioso. ¿Trabajos tóxicos? ¿Gente tóxica? ¡Fuera! ¡Lejos!
Al mismo tiempo, bienvenida la buena energía y quienes tengan algo positivo que aportar a tu vida.
5. Pierdes la noción del tiempo y del espacio
¿Ya es Semana Santa? ¿Es abril o junio? ¿Lunes? ¿Fin de semana? Todos los días vives en un mundo aparte, porque tanta irrealidad felicidad te hace perder las nociones tradicionales del tiempo.
Al viajar lento, las horas son diferentes. ¿Pasan más rápido? En mi caso, depende del día. A veces siento que llegué ayer a Asia. Otras veces, las semanas se disfrazan de meses, por tanto vivido en tan poco tiempo.
Aparte de eso… ¿14 horas en bus? ¿17 en avión? Terminan reduciéndose a nada porque entiendes que no hay sueños irrealizables, y que si realmente hay voluntad, cualquier esfuerzo se verá insignificante respecto al premio obtenido.
6. Puedes hacer voluntariados o trabajar
Es un hecho: mientras más flexible puedas ser en tiempo, más se facilita conseguir un voluntariado (intercambiar horas de trabajo por hospedaje y eventualmente, comida) o un trabajo temporal.
Ver también: ¿Worldpackers o Workaway para hacer voluntariados?
Para quien lo ofrece, siempre es mejor tener a una persona por un mes o tres semanas que por tres días. Así que al viajar lento, puedes reducir aún más los costos para seguir viajando.
7. Ver belleza en las pequeñas cosas
Aunque no «hagas nada», siempre ves algo nuevo que antes no habías observado. Aprender cada día, ver las mismas cosas de diferente manera cuando entiendes su significado es algo que no tiene precio. Por eso me encanta detenerme a observar en silencio los animales, las plantas, las personas… y tomar notas mentales… ¡demasiadas!
¿Tienes otra ventaja que agregar al viajar lento? ¡Deja tu comentario!
Hola Paula! Acabo de descubrir tu blog y quería decirte que me ha encantado! Yo también viajé sola por Tailandia y y en pareja por Sudamérica. Tenía pensado recorrer todo el sudeste asiático (sola de nuevo) sin fecha de vuelta este año pero con esto de la pandemia he tenido que cambiar mi destino a lo que pensaba hacer más adelante, América central. Te he empezado a seguir por Youtube 🙂 Estamos en contacto!
Esooo! Hay que esperar un poco pero por ahora, viajar cerca. Gracias por leerme y por el apoyo! 🤗