He sido dura con esta ciudad por la inseguridad y las dificultades para movilizarse, pero después de un cambio laboral y, por ende, trasladar mi vida al centro de Bogotá, descubrí que la magia se concentra en este punto. ¡No te pierdas estas 5 razones para visitar el centro de Bogotá!
Visitar el centro de Bogotá porque…
Está lleno de vida
La séptima siempre está llena, y de personas de todo tipo. Unos con saco y corbata; otros que hacen deporte o van al trabajo en bicicleta o patineta; otros que «venden minutos» (te dan un teléfono celular para que llames, y pagas por minutos), hacen algún «performance» (canto, baile y demás) o los que comercializan discos y películas piratas.
Están además los que estudian en las universidades aledañas, y los que simplemente van por entretenerse. Raperos y hipsters; viejos y jóvenes; ricos y pobres: el centro es un gigantesco salpicón.
Luego están los artistas de la calle: el Carlos Vives del septimazo y el Michael Jackson criollo; las carreras de cuyes; la banda de género indefinible; la adolescente que intenta imitar a Shakira con gritos mega-estridentes; el indigente que pinta la cara de Jesucristo; la familia vallenatera… también el bebé cabezón, el ‘cuchito’ que baila tango, los que juegan ajedrez… ¡Un paisaje para no aburrirse!
Y de tanto verlos día tras día, llegas hasta a extrañarlos cuando notas su ausencia. Como si hubiera una silla vacía en un cuadro de la última cena. ¡Así!
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Allí siempre pasa la acción
“¡Presente! ¡Presente! ¡Presente!”, la consigna que se escucha casi todas las semanas al abrir las ventanas de los edificios de por ahí. Esto, porque es lo que suelen corear los manifestantes que terminan sus marchas en la inmensa Plaza de Bolívar de la capital colombiana. Entonces, cuando estás en el centro, obviamente te enteras de la actualidad colombiana, sin necesidad de mirar las noticias.
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Que si los vendedores ambulantes, que si los recicladores, que si los estudiantes, que las personas con discapacidad contra la Teletón, que los indígenas… Todo el mundo llega a la plaza más importante del país.
Cuando sientes el bochinche desde la oficina, lo primero que quieres saber es qué pasó.
“¿Y ahora qué, quién es?”, la pregunta rutinaria. La respuesta, al cruzar la calle.
Siempre hay plan, al visitar el centro de Bogotá
Como muchas oficinas quedan allí, muchos de tus amigos trabajarán a pocos metros, si es que resides en la capital. Entonces, si antes era difícil coordinar algo por la distancia, ahora no hay excusas. Queda fácil verlos a la hora del almuerzo, en las tardes al salir de trabajar, al pasar un «momentico» a recoger algo, o cuando vas por un café.
Conclusión: la vida social se potencializa.
Se consigue de todo
Desde la medalla de la Madre Laura (la santa colombiana), hasta el cardamomo para el mal aliento. Raquetas para matar zancudos, camisetas piratas de cualquier equipo de fútbol nacional o internacional –y sobre todo si allí juega un colombiano-, bolsas para los zapatos, carritos a control remoto, disfraces de Halloween y adornos de Navidad.
Y ni hablar de los negocios formales como, obviamente, los bancos para pagar servicios en cualquier momento, las ópticas… San Victorino y la «Pajarera» para comprar joyas o bisutería barata… ¡De todo hay en la viña del Señor!
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Arquitectura e historia
Otro de los tantos motivos para visitar el centro de Bogotá es, sin lugar a dudas, su historia y arquitectura. Entonces, y cuando las múltiples distracciones de la calle no te entretienen, siempre puedes pasar por la esquina donde mataron a Jorge Eliécer Gaitán e imaginar aquel fatídico 9 de abril de 1948.
O también imaginar cuando cayó por la zona Rafael Uribe Uribe, aquel 15 de octubre de 1914. Hecho que explica de una manera magistral la novela La forma de las ruinas, del escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez.
Fijarte en el Palacio de Justicia, el único edificio «nuevo», que contrasta con los otros edificios del emblemático punto de la capital. Esto, porque fue quemado durante los hechos de la toma guerrillera del extinto M-19, y violenta retoma oficial, aquel 6 y 7 de noviembre de 1985.
Sí, lastimosamente la violencia ha atravesado toda la historia de Colombia. La Casa del Florero, la Casa-Quinta de Bolívar…
Y luego el Museo del Oro, el Botero, la Biblioteca Nacional, la Luis Ángel Arango, la Cinemateca Distrital, el teatro Jorge Eliécer Gaitán, el Colón…tomarse un vino caliente en el Chorro de Quevedo o comerse un ajiaco en La Puerta Falsa, y los barcitos de salsa en plan informal…
Tomar fotos en la Plaza de Bolívar entre turistas, palomas y llamas, o pasear un rato entre las casas de colores de la Candelaria…
Lo reconozco… ¡me reconcilié con Bogotá!
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