¿RENUNCIAR y viajar? ¡Ellos despidieron a los malos jefes!
Aparte de las ganas de conocer el mundo o de querer romper con la rutina, un poderoso motivo que nos hace renunciar y viajar son, sin duda, los malos jefes.
Aquellos que no cumplen lo que prometen, los que llegan a un alto cargo sin tener los méritos necesarios, los que ven a sus subalternos como una competencia a la que hay que aplastar a como dé lugar -viva la envidia-... y aquellos que le hacen la vida imposible a miembros de su equipo por pura misoginia o racismo...
No, definitivamente no puede valer la pena gastar la mayor parte de nuestra vida en tanta amargura e insatisfacción. Al final, y ya con la ventaja de la distancia, terminamos agradeciendo a quien no supo valorar el trabajo porque nos dio el impulso para dejar todo eso enterrado . Renunciar y viajar: aprovechar un presente en tierras que nunca habíamos imaginado conocer.
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Como quedó atrás aquella época en que debíamos soportar décadas de infelicidad en un empleo que no se ajustaba a nuestras expectativas, ocho blogueros de viajes nos cuentan sus motivos para renunciar y viajar. ¡Dejarlo todo y recorrer el mundo es posible!
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- Cuando un jefe no cumple lo que promete, ¡es hora de renunciar y viajar!
- Mi jefe estaba ahí por quien conocía, no por lo que sabía hacer
- Alta exigencia de trabajo, sin el lado humano
- Falta de libertad y exceso de responsabilidades
- Me mandaba recados con colegas e incluso recibí amenazas de muerte
- Asfixiada en una jaula de oro
- "Este oficio no es para espíritus libres"
- "Quiero ser como él"
Cuando un jefe no cumple lo que promete, ¡es hora de renunciar y viajar!
Tshamanny, de Te Quiero Mostrar

Después de haber trabajado por dos arduos años en una multinacional del sector energético, en jornadas que incluían trabajo de oficina y de campo -estas últimas las más extenuantes y en las que se le da al personal un descanso equivalente al numero de días trabajados-, llegué a un punto en el que se me estaba consumiendo la existencia.
No recibía los días libres prometidos, me tocaba trabajar como y cuando dijeran. Me disgustaba lo que hacía. Tenía dinero en mi cuenta bancaria pero no lo podía invertir en lo que me gusta: viajar. No tenía tiempo y sentía que necesitaba un cambio inmediato en mi vida.
Después de negociar con mi jefe otras condiciones, en que se me iba a dar un turno de 14 X 14, es decir, trabajando 14 días en campo y descansando por 14 días, tomé fuerzas y seguí trabajando. Pasé la Navidad del 2013 en campo para descansar los siguientes 14 días. Luego de 7 días de descanso, mi jefe me pidió reportarme en la oficina.
Cuando este incumplió lo que había prometido, pasé mi carta de renuncia. ¡Fue LA MEJOR DECISIÓN! Me llevó a tomarme un año sabático para viajar por el mundo y a cambiar mi vida por completo, en busca de alternativas para generar ingresos, incluido mi blog de viajes, lo cual me ha permitido dedicarme a hacer lo que realmente amo.
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Mi jefe estaba ahí por quien conocía, no por lo que sabía hacer
Iván, de Apeadero

Alta exigencia de trabajo, sin el lado humano
Francisco, de Viajando con Fran

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Falta de libertad y exceso de responsabilidades

Cuando llegó la hora de ir a la universidad, no tenía muy claro qué elegir. Así que como a muchas de las que amamos viajar, estudié Turismo. ¡Como si aquel título significase un pasaporte sin restricciones y mis salarios fuesen a permitirme vivir la vida loca! Nada más lejos de la realidad.
Hice las prácticas en una agencia de viajes, donde acabaron por contratarme y trabajé más de un año. Por aquel entonces tenía 20 años y he de admitir que es el trabajo más he disfrutado porque me invitaba a soñar despierta. Cada vez que llegaban las revistas de viajes, me pasaba horas ojeándolas (¡hasta me las llevaba a casa!), y mi lista de lugares por visitar crecía.
Tanta pasión le ponía a las vacaciones de los demás que me encontré trabajando de lunes a sábado, en turno partido, de 10 am a 10 pm. Y claro, el domingo no me daba para hacerme un safari en Kenia y volver...¬¬
Me dieron las llaves de la agencia y mi jefe se iba aprovechando, sin querer, e iba por el negocio cada vez menos. La falta de libertad, y aquel montón de responsabilidades que no eran mías, me hicieron renunciar.
Mi amor por conocer el mundo creció y mis ganas de encerrarme en una oficina para salvar el negocio de otros desaparecieron para siempre 🙂
Me mandaba recados con colegas e incluso recibí amenazas de muerte

Asfixiada en una jaula de oro
Montse, de Mexican Abroad

"Este oficio no es para espíritus libres"
Andrés, de Renunciamos y Viajamos

"Quiero ser como él"

La Lorena de aquella época, convencida de la estructura predeterminada de la vida, y la Lorena de hoy, claramente no tienen nada que ver.
En esa transformación tuvo mucho que ver “El Chino”, mi jefe allá por el 2008, quien un día, durante un almuerzo, me reveló sus planes: en unos meses renunciaría, juntaría algo de ropa, su equipo de escalada y se iría a recorrer por unos meses Sudamérica.
Noticia que me dejó con la boca abierta: por un lado admiraba sus planes, pero por otro, dentro de mi cajita cuadrada donde había un solo camino al “éxito”, yo quería decirle que no lo hiciera, porque perdería todo lo que había conseguido hasta el momento.
Él llegaría a ser gerente más rápido de lo que pensaba. Pero lo había entendido todo: la vida era demasiado corta para pasar ocho horas frente a una computadora, habiendo tantos lugares para conocer.
No, no se hizo hippie y se fue a vivir en una comunidad en Córdoba. Al contrario, trabaja duro para mantener en movimiento la vida que le gusta, mientras sigue recorriendo el mundo. A eso es a lo que hoy llamo éxito.
Este personaje en mi vida (hoy es un gran amigo) había instalado un gran interrogante (“¿Cuál es la vida que quiero?”), y este tipo de preguntas te cambian para siempre.
Salí de mi cajita y empecé a pensar en torno a mis sueños. Hace unos meses, nos juntamos en California y escalamos juntos en el Parque Nacional Yosemite. Todavía no tiene idea lo que influyó en mí su amistad, aunque le digo seguido: "Quiero ser como vos, Chinito, cuando sea grande".
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Tengo un trabajo que me encanta, compañeros y una jefa que no los cambiaría...sin embargo sabía que la rutina y el trabajo de por vida no es vida... pedí permiso sin goce de remuneraciones con la opción de renunciar a todo eso perfecto si es que me lo negaban...en el 2013 me lo aprobaron y me fui 10 meses por Europa y Sudamérica, y este año nuevamente perdí permiso y me lo dieron por 8 meses para viajar por el sudeste asiático, aquí estoy en Camboya...puedes tener un buen trabajo o no, pero tus sueños, tus aspiraciones, tu concepto de vida y felicidad debes buscarlo...el que quiere puede
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Genial artículo Paula, agradecido de tus comentarios y aventuras. ✌️