Desde el avión con rumbo a San Petersburgo se ve la blancura de un río Neva totalmente congelado y de solo mirar hacia abajo, la piel se eriza. No es invierno. Este “general” capaz de vencer ejércitos napoleónicos y hitlerianos quedó atrás: los vientos de -15 grados centígrados son las «suaves” caricias de su versión primaveral en San Petersburgo.
“Iá meniá gabarú pa ruski… po angliski po fransuski”: Única frase aprendida y la única que digo apenas bajo del avión. Significa “no hablo ruso pero hablo inglés y francés”, pero de nada sirve en la conversación con el oficial de inmigración. Siguiente paso: los gestos, seguidos de un “bolchovia spasiva” y una amplia sonrisa, a la espera de que no haga más preguntas que de todas formas, no tendrán respuesta.
Es verdad, los rusos no son fuertes en idiomas pero se les perdona: es uno de los pocos países en Europa que no piden visa a los colombianos ( ¡!). Un gesto que, a pesar del frío, hace parecer más cálido el país. Aún más que el espacio Schengen, con el que debería haber un vínculo más estrecho debido al pasado colonial. Irónicamente, es Rusia la que nos recibe con los brazos abiertos.
Estar al otro lado del mundo, conociendo la época de los zares y del comunismo, enfrentando a un invierno – inimaginable en la mente de una persona de tierra caliente-, sin necesidad de una visa que por el contrario, es exigida a los ciudadanos de la Unión Europea, es entrar a un mundo que solo existía en los libros, dar el paso a otra dimensión y sentirse (por fin) privilegiado en términos diplomáticos.
Antes de empezar el tour: cómo enfrentar a la bestia helada
El invierno en Rusia da calor, aunque parezca raro. Usando la ropa de los rusos para el invierno, por supuesto.
Como ya conocen su magnitud, el grosor de sus trajes ayuda a que la temperatura debajo de las chaquetas y los trajes, por un lado, y la de afuera, por otro, tengan una diferencia abismal. Las ‘ushankas’ – gorro típico ruso con orejeras a los lados-, los abrigos de piel y los guantes con varias capas de lana por dentro, son parte del secreto.
Mi estrategia, por otro lado, fue usar solo trajes de esquí en la calle. Desde luego, no pasé inadvertida…
La grandeza del orgullo ruso
No hay espacio para la sencillez ni la moderación. Así como el frío es absoluto y sin puntos medios, sus monumentos y lugares históricos no conocen la palabra modestia. Y el orgullo de su gente, la hospitalidad del anfitrión, así como el fuerte carácter ruso, no son a medias. O es o no es. Blanco o negro, frío hasta los huesos o calor hirviente en verano. Luz absoluta en las noches blancas de San Petersburgo o días muy cortos en invierno. Es Rusia… la madre Rusia!
Muy interesante tus artículos, sería de gran utilidad para los latinos que desean salir de nuestro mundo para buscar nuevas esperanzas de vida. Si de alguna manera puedo ayudar estaré a tu orden. Felicitaciones.