Me llamo Paula, y era periodista en Colombia, con más de 6 años de experiencia en grandes medios, cuando renuncié, vendí lo que tenía, y me fui sola por el mundo.
Tuve experiencias espectaculares y otras no tanto, y aquí intento contártelas de la manera más honesta.
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Una semana en CIUDAD DE MÉXICO: guía completa de viaje
La CDMX: 21 millones de habitantes y un valle rodeado por volcanes, cuyo representante más famoso es el Popocatépetl, con 5.500 imponentes metros de altura. ¿Qué hacer en una semana en Ciudad de México, capital tan monumental como su población y geografía?
✅Impresiones tras una semana en la Ciudad de México
Lo primero que se me vino a la cabeza fue el famoso «smog», tan popular en los medios de comunicación, que se une con columnas de humo esporádicas y crean una capa gris en su superficie.
Su tamaño inspiraba, además, respeto: la ciudad más grande de Latinoamérica. Temor ante ese “monstruo” de mil patas. ¿Domarlo? ¿Para qué hablar de una relación de fuerza o de vencedores y vencidos, cuando la “CDMX” te arrulla calurosamente, pese a que eres un pececillo en semejante océano de seres humanos?
Sí, porque no es la inmensidad de la capital mexicana lo que queda en el recuerdo, sino la hospitalidad con que te recibió.
Los tiempos de transporte en metro, trolebús (como el Transmilenio bogotano), taxi o San Fernando (un poco a pie y otro poco andando), así como lo opaco de sus edificaciones y las bajas temperaturas (o bajas para “calentanos” como yo) no hacen honor a la vitalidad de la ciudad.
O por lo menos es la imagen que aún permanece luego de pasar una semana en Ciudad de México, que recuerdo con mucho cariño, gracias a que –valga decirlo- tuve unos anfitriones fuera de serie.
Debes saber, sin embargo, que en los últimos años, los colombianos han recibido un trato horrible en los aeropuertos de Ciudad de México y Cancún.
Y cuando digo horrible me refiero a que, pese a que los turistas de mi nacionalidad no necesitamos visa, miles de colombianos son retenidos cada año en un cuarto pequeño en las principales terminales aéreas del país.
En ese cuarto permanecen incomunicados, hacinados y muchas veces, sin ni siquiera comida, hasta que los deportan de regreso a Bogotá.
Aunque mi viaje por México fue increíble, igual creo necesario advertirte, si tienes esta nacionalidad. Esto fue lo que le pasó a mi amiga Isa, del blog Guía para Mochileros.
https://www.youtube.com/watch?v=_AxrauLjByw
Pero ese no fue mi caso.
En la CDMX cerré con broche de oro un viaje de casi un mes, en el que además visité la Riviera Maya (Playa del Carmen), Guadalajara y Guanajuato. Días que se quedaron cortos, dada la extensión del país del norte. En aquella época, no había conocido las maravillas de viajar lento, pero no me arrepiento: Es un llamado a volver.
Retomando el tema de este post colaborativo con Expedia.mx, ¿qué se puede ver en una semana en la CDMX?
✅Qué ver en una semana en Ciudad de México
Pirámides de Teotihuacán
Todo el mundo sabe qué es Teotihuacán y por ende, todo el mundo sabe también que es el sitio arqueológico más concurrido del país, pero no te puedes ir de la CDMX sin haber ido a este lugar, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987.
Queda a unos 80 kilómetros de Ciudad de México y visitarlo te puede tomar medio día o más, dependiendo de si quieres entrar a sus museos y leer las explicaciones con calma. Estar frente a las gigantescas pirámides de la Luna y el Sol es indescriptible.
Uno de mis anfitriones me recomendó ir de blanco para “capturar la energía” que emanaba de las pirámides (recuerda que eran sitios de culto durante la época azteca), por lo que me cambié y hasta usé ropa prestada.
Al final no sé si sirvió porque no sé cuál habría sido la diferencia al ir vestida de otro color pero igual aún recuerdo la felicidad de aquel día cuando veo fotos viejas.
Recientemente, compañías turísticas iniciaron también vuelos en globo sobre las pirámides de Teotihuacán. Si quieres completar tu experiencia con un inolvidable paseo en globo en los alrededores de la Ciudad de México, resérvalo aquí.
Estas son las vistas al amanecer desde un globo sobre Teotihuacán. Crédito: Juliana Barquero / Unsplash
Subida al Tepozteco
No queda precisamente en la Ciudad de México pero está a unas dos horas en bus. Se trata de un cerro al que subes una vez llegas al pueblo de Tepoztlán, Estado de Morelos, donde reposan algunas pirámides.
La información básica para subir al Tepozteco
La caminata puede durar unas dos horas, que incluye parar en «puestecitos» de comida, por si el ejercicio te da hambre; alimentar los hurones; y apreciar un lindo paisaje y mucha arqueología.
Este es el paisaje desde la cima
Al bajar te esperan unos buenos vasos de pulque, un trago que describiría como jugo fermentado (hay de diferentes sabores). Bastante riesgoso, por cierto: ¡puede emborrachar muy rápido por lo rico y dulce!
La «chaparrita», mi gran amiga y anfitriona durante el viaje, incitando al desorden
Luego te puedes entretener con los mercadillos del pueblo. Para esta visita también te recomiendo contar con al menos un día, por los tiempos de transporte en la Ciudad de México.
Ir a la lucha libre y gritar como un “defeño”
Apenas me lo propusieron pensé: “¡Pa’ mañana es tarde!”.
Ir a las populares luchas en México en vivo y en directo era para mi como ver a los mariachis de Plaza Garibaldi o incluso mejor, porque me atraen bastante los deportes de contacto. Además de la mística de las máscaras y las leyendas de luchadores como El Santo o Blue Demon, que se sumaban a la diversión de la pelea como tal.
Un momento memorable en las luchas
Así, con mis anfitriones mexicanos, terminamos yendo una noche, en esa semana en Ciudad de México.
Conocí a un luchador reconocido, llamado Shocker, quien tiene su propio restaurante y era amigo de mi amigo.
«Shocker», el luchador, en la mitad, y Lalo, un excelente anfitrión mexicano, a la izquierda.
Después de tomarnos la respectiva foto (no importa que no lo conociera en ese momento porque en México era famoso y eso me bastaba), terminamos comiendo, bebiendo, y gritando hacia el cuadrilátero a grito herido: «¡Pinche pendejoooooooooo! ¡Pégale, cabróooooon!».
En realidad, es más teatro que otra cosa, pero es divertido ver las máscaras y las supuestas luchas. Además, el día que fui, hubo también un show de personas de baja estatura. No puedo decir que no me divertí.
No soy muy fan de los mariachis pero no me costaba nada pasar por la famosa plaza y echar un ojo…. En Colombia, estos cantantes, las rancheras y los corridos prohibidos son bastante populares, así que ya tenía idea de algunas de las canciones. Sin embargo, pasar una noche entera allí ya era demasiado para mi gusto.
El Ángel de la Independencia
Obviamente, el Ángel de la Independencia, símbolo de la CDMX y ubicado en el Paseo de la Reforma, estaba en la lista. Esperar cómo las nubes acechaban la escultura de la Victoria al caer el sol y fotografiar aquel momento fue uno de los planes que disfruté en soledad, cuando mis anfitriones estaban en múltiples ocupaciones.
Me encantaban los atardeceres con «Victoria»
El Palacio de Bellas Artes
Cerca al Ángel de la Independencia está el Palacio de Bellas Artes, en el centro histórico de la capital mexicana. Tanto su arquitectura como sus exposiciones interiores, incluidos los murales de Diego Rivera, son un espectáculo que vale la pena apreciar.
Queda al frente del Palacio de Bellas Artes y el mirador de este rascacielos te da una idea de lo inmenso que puede ser aquel “monstruo” de mil cabezas. Con ayuda de un teleobjetivo, reconocí el Zócalo y otras zonas cuyo suelo ya había pisado en otros días.
Además, queda a pocos pasos del Palacio de Bellas Artes. Definitivamente, una parada que puedes hacer el día que visites el otro monumento.
Compra aquí tu entrada para el mirador de esta torre. Incluye también la entrada al Museo de la Ciudad de México, y el Museo del Bicentenario, en el mismo edificio.
¿Qué tal las vistas desde la torre? Este es el inmenso Zócalo
El Zócalo
El rectángulo más grande de la ciudad, de casi 47.000 metros cuadrados, y también conocido como la Plaza de la Constitución, es escenario de desfiles militares y de actos de conmemoración por la Independencia de México. Bastante fotogénico: seguro que muchos lo hemos visto infinidad de veces en televisión, incluso en aquellas imágenes de miles de catrinas que salen por las calles el Día de Muertos (2 de noviembre).
Arte internacional
Aparte del arte tradicional mexicano, en la ciudad más grande de Latinoamérica puedes encontrar exposiciones internacionales modernas. Cuando fui, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, también en el centro histórico, estaban exhibiendo las figuras hiperreales y gigantescas del escultor australiano Ron Mueck, lo que me entretuvo una tarde entera.
La Virgen de Guadalupe
No es para todo el mundo, por supuesto, pero en Latinoamérica la Virgen de Guadalupe es un referente. En Colombia, por ejemplo, esta imagen está muy, muy extendida. No puedo decir que al mismo nivel que el Divino Niño (porque a Colombia se le conoce informalmente como el “país del Divino Niño”, para bien o para mal) pero es popular. Yo tenía mi petición preparada así que también pasé allí un par de horas.
Coyoacán
La Ciudad de México está dividida en 16 delegaciones y Coyoacán, la de los coyotes, es una de ellas.
Bohemia, y como un pequeño pueblito, recomiendo contar con, al menos, medio día, para esta zona hermosas.
Allí, aparte de una fuente hermosa, puedes encontrar el museo de Frida Kahlo, lindos bares y restaurantes.
La fuente de Coyoacán
Puedes ir por libre a este lugar y pagar las entradas independientes, o puedes contratar un tour guiado con transporte y entradas en Coyoacán, que también incluye un paseo en los coloridos barcos del barrio Xochimilco.
Si se te acaban los planes o te da pereza salir a recorrer la ciudad, puedes disfrutar de la comida mexicana en cualquier carro de burritos, tacos o lo que se te antoje.
Personalmente, le huyo al picante, por lo que no disfruté tanto este ángulo de la visita. Pero si eres amante del chile, ¡México te parecerá el paraíso!
Tomar tequila y mezcal
¡Ah! ¡Qué relación de amor-odio! Un muy fuerte sabor y el calor del trago quemándote la garganta, pero aún así tomas. Y el gusano del mezcal para el que se acabe la botella terminaba siendo la joya de la corona para acabar (¿o empezar?) la borrachera.
Nunca logré acostumbrarme a ninguno de los dos tragos típicos. Es más, podría decir que tuve una tormentosa relación con ellos pero… ¡Ey! En una semana en Ciudad de México, no puedes huirles eternamente. Ahora, desde la lejanía del sudeste asiático, los recuerdo con cariño.
Y podría seguir extendiendo este post, porque la oferta de semejante ciudad es casi infinita, pero tampoco quiero volverlo un pergamino. Sin embargo, aquí te dejo otras opciones de tours que puedes reservar en la capital mexicana:
Ah vea pues tanto por visitar pero no me quedo tiempo, yo lo unico que hice fue montar en cicla, comer en la calle y dictar clases todos los dias… la proxima vez ya iré
Ah vea pues tanto por visitar pero no me quedo tiempo, yo lo unico que hice fue montar en cicla, comer en la calle y dictar clases todos los dias… la proxima vez ya iré
Jajaja pero con comer ya tienes suficiente!!!